sábado

infierno grande

primer acto:
resulta que la semana pasada estando en el pueblo salimos a la tarde con madre en el auto rumbo al centro. hay que hacer unas cuantas cuadras de la calle 32 para llegar a la civilización, y si no fuera por los ingeniosos lomos de burro que estratégicamente pusieron, podría decirse que la avenida suipacha, aka la 32 (a! es como en la plata que las calles son con números! re fácil!) es una ruta, hasta las dos rayas amarillas tiene.
cuestión cuestión que en el trayecto direccionalmente opuesto se nos avecina un ser en un ciclomotor a máxima velocidad bordeando el lomo de burro con agilidad. lo gracioso es que vestía un traje de peluche con forma de perro color marrón, y hasta la cabeza tenía puesta.
bizarro es eso: 4 de la tarde día de semana, pleno sol. mi mamá lo primero que esbozó fue un se va a matar con eso, por donde ve?
yo no hice más que reírme.

segundo acto:
a la noche fuimos al pub, tierra de nadie destinada al viejerío que insiste en salir de levante. en verano tiene un poco más de ruido y uno con 24-25 se siente más cómodo entre cincuentones que entre prepúberes que perrean. en uno de los trayectos que hago ahí dentro descubro que mi primer novio que ya tiene como 31 pero nunca superó la adolescencia está hablando con mi amiga L. él en un momento decidió ser gay, después binorma, ahora parece que volvió a ser hetero y que se quiere levantar a L. yo veía que hablaban y que había mucha risa y gesticule.
ella después me cuenta que V. está en una etapa nueva: dar amor sin mirar a quién, que se alquiló un traje de perro durante la semana y que regala abrazo y amor por el pueblo; en el patronato, el hospital y el geriátrico.
yo le advierto que siempre fue medio psicótico.

tercer acto:
almuerzo en familia.
-yo: che má, viste el perro que cruzamos en moto? era V., anoche le contó a L. que lo usa para dar amor.
(madre se ríe y cuenta la secuencia del acto 1)
-padre -entre dientes- : siempre fue un pelotudo que querés que te diga.