la herida de París
y hasta la reina del pop se avivó de la inflación.
y una señora con la misma cara que el violador austríaco y pintada como piñón fijo me dijo:
vos hacés como los orientales, que a la mañana comen cítricos y a la noche caminan, no te asustes, no te asustes, quiero saber donde hay un locutorio.