lunes

nunca fui a la lugones con más de cuatro personas, y una siempre se duerme, y preferiblemente gordo, y con apnea. ese día, había muchos; y yo fui con andrés.
haciendo cola para comprar la entrada, un especimen me pide que le guarde el lugar; bue, te lo guardo dale. él sale. avanza la fila y lo observo. y si, era uno de esos.
lo miro desde adentro mientras habla con su ladrillo modelo 97. bajo el brazo, una bolsa muy usada, su preferida. en la mano un paraguas destartalado y una barra de cereal desconocida para mí. calzado extraño -aka tamango- y jean que le queda corto.
vuelve y me pregunta si yo también vengo por el ciclo de kierosmaki, a lo que yo me rio y el se ofende. sale para no volver; haciendome sentir esa mancha negra en el pecho, de nena mala.
siempre a mí eh, me presienten. creen, fervientemente, que tengo ganas de entenderlos.
ahora andrés no quiere ir a ver el de rhosnais conmigo, dice que lo tira para abajo.
claro, ahora tiene vecina y toman helado.